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"Alteridad y Trascendencia"

Pedro Castrortega, Yolanda Relinque

Septiembre 2014

 

Dualismo ejemplar: la interceptación de la simbiosis.

Alberto Carton. 

 

La contemplación de la obra de Yolanda Relinque (Pamplona, Navarra, 1976) y Pedro Castrortega (Piedrabuena, Ciudad Real, 1956) en Alteridad y trascendencia, coincide en una ambientación relativa del espacio común que se comparte, obviando la imposición del interior expositivo, cubículo al fin y al cabo y sometido a las leyes no de la inercia, sino de la estancia insistente. Esta, no fluctuante, sino estática y limitada, quizá obligaría a percibir la bipolarización como un esfuerzo no concretado en cuanto a la disponibilidad y posibilidad de eliminar antagonismos, esto es, anular la diferencia en pos de una alineación conjunta de términos yuxtapuestos para la consecución de un propósito común, que sería en este caso la perseverancia en los estilemas definitorios de la obra de los dos artistas.

Sin embargo, volviendo a la ambientación -que es por sí misma un encuentro previo a la sublimación entre obra y espectador, y cuyo valor imprime una conciencia de pertenencia momentánea en el instante de acercamiento a los objetos reconvertidos en hipermateria de sensibilización espiritualizante-, no es desdeñable su poder de evocación y, por tanto, de comprensión de la multiplicidad para emparejar dos circunstancias particulares en una unión preceptiva, desde la cual las ramificaciones son elaboradas por agentes externos, es decir, nosotros (que somos, por tanto, los otros).

La simbiosis que a simple vista pudiera resultar evidente -conocidos los ejercicios frecuentes creativos a los que habitualmente se someten Castrortega y Relinque-, es más que un simple mutualismo: es una transubstanciación de la metáfora de raíz común en alegoría de ultrarrealidad. Y lo que por coexistencia inmediata supondría un resumen de conducta cuando lo uniforme es ajeno a lo individual -práctica lábil de la dualidad inconclusa-, en esta oportunidad es entrega potente e intrigante, aperturista y bidireccional.

Lo clásico y lo trágico.

La manera de capturar en la entidad europea mediterránea, entidad al fin y al cabo occidental en su sentido proclive a la conformación de registros ideológico-estéticos por su aceptación colectiva como raíz común -aunque aquí se tome desde la vertiente semiótica y significativa-, un ilimitado campo extractivo donde procurarse fuentes de inspiración y recursos técnicos (la epopeya heroica y mitológica, homérica y combativa; las metamorfosis épicas y también quiméricas), es característica de ambos.

Esa posesión figurativa, ese dejarse seducir por lo legendario para atrapar la fugacidad del recuerdo imposible haciéndolo posible por su texturización, indica un posicionamiento consciente en lo no conceptual del artefacto (escultórico, grabado, dibujado o pintado) como transmisor de esa fecundidad madura que circula entre las ambivalencias de la razón y del idealismo. ¿Qué es, pues? Una transposición de lo no ocurrido, de lo que nunca acontecerá, de lo que no habiendo existido en su finitud será, por su apreciación objetiva, imaginación corporeizada y apropiación y, ya de este momento, animación útil y objetual.

Alteridad y trascendencia es, por lo no arbitrario de su diálogo recíproco, una narración trágica de lo inexistente volcado hacia el presente, asimismo trágico. Es escapismo medular de los miedos inconscientes enhebrados en categorías seudobiológicas insufladas por cierto misticismo de aullido solitario. Es, incluso, una extroversión no banal de la discriminación de lo híbrido; es el sufrido y no socorrido apartamiento de lo diferente, y la respuesta negativa hacia la imposición de lo normativo como obediencia incontestable.

 

Incitados por la obstinación de un surrealismo intuitivo -Max Ernst y su animalidad fantasmagórica puntean lo zoomorfo sobre el papel, y una nada puritana querencia por bestiarios medievales-, por el aprovechamiento y la reutilización (con las connotaciones de

Dualismo ejemplar: la interceptación de la simbiosis.

reconversión que implican en el subconsciente cognitivo, previo al análisis de enfrentamiento procedimental), llegamos a la especulación, y desde aquí al propio fenómeno en sí que se hace evidente: la manifestación de esa alteridad repercutida entre los dos artistas protagonistas y el desconocido que interfiere, dentro de la propia complejidad atópica en la que se halla. Aquí, el pensamiento de Emmanuel Lévinas se hace inevitable, y a él se debe acudir, no solo para satisfacer la curiosidad por la literalidad del título de la exposición, también para lograr una adherencia hospitalaria a la plástica expresiva de Relinque y Castrortega.

 

 

 

 

 

 

 

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